Luisa Piccarreta

Luisa Piccarreta
Luisa en oración

domingo, 25 de marzo de 2012

6- Jesús comienza a purificarla

En el primer volumen, Luisa escribe: "Después de que mi divino Maestro me sustrajo del mundo exterior, haciendo que me apartara de cualquier criatura, y me liberó de los pensamientos y los afectos hacia las criaturas, comenzó a purificar todo el interior de mi corazón, desde el que hacía resonar muy a menudo su dulce voz en mi oído". Entre otras cosas, Jesús le dice: "He hecho grandes designios sobre ti, y siempre que tú quieras corresponder y conformarte a mi Querer, me deleitaré en hacer de ti una perfecta imagen mía, comenzando tú a imitarme desde mi nacimiento hasta mi muerte. No dudes de poder lograrlo, porque Yo mismo te enseñaré poco a poco el modo de proceder".

Lecciones de humildad.
Luisa narra que en numerosas ocasiones el Señor le hablaba en estos términos: "Para que Yo derrame mis gracias en tu corazón, es necesario que te convenzas de que por ti sola nada puedes. Yo me cuido muy bien de comunicar gracias y dones a las almas que se atribuyen a sí mismas lo que hacen, queriendo hacerme numerosos hurtos de mis gracias; pero en aquellas que se conocen a sí mismas, soy generoso en derramar mis gracias sobre ellas, a montones... Yo no puedo entrar en los corazones que apestan a soberbia; por eso, quiero que tú hagas muy a menudo, más aún, continuamente, actos de humildad, como un niño en pañales que todo lo espera de su madre. Así quiero que estés junto a Mí, como un niño, rogándome siempre que te ayude y te asista, confesándome tu nada y esperando todo de Mí". El Señor va a emplear muchos modos diversos de explicarle las causas y los efectos de la virtud que le inculca, y la reprende por no haber sido humilde, y le dice que por eso, lo que ha hecho, lo ha hecho mal. Y le recomendaba: "Invócame al comienzo de toda acción que emprendas, tenme siempre presente para hacerla conmigo... así adquirirás la más profunda humildad; de lo contrario, volverá a entrar en ti la soberbia, y ésta sofocará el germen plantado en ti por la hermosa virtud de la humildad".
El conocimiento de sí misma.
En numerosas ocasiones le habla el Señor de la necesidad de conocerse a sí misma. Expondremos sólo algunos de los numerosos capítulos en los que se trata este tema.
"Cuando el corazón está lleno del conocimiento de sí mismo, las alabanzas de los hombres son como esas olas del mar que se elevan y hacer ruido, pero nunca se salen de sus límites. Así, las alabanzas humanas hacen ruido, fragor, se acercan hasta el corazón, pero encontrándolo lleno y bien rodeado por los fuertes muros del conocimiento de sí mismo, no teniendo, por lo tanto, dónde quedarse, se devuelven sin hacer ningún daño al alma. Por eso, debes estar atenta a esto: que las alabanzas y los desprecios de las criaturas no hay que tomarlos en cuenta".(23/4/1899)
"El favor más grande que puedo hacerle a un alma es que se conozca a sí misma. El conocimiento de sí y el conocimiento de Dios van de la mano. Por cuanto te conozcas a ti misma, otro tanto conocerás a Dios. El alma que se ha conocido a sí misma, viendo que por ella no puede obrar nada de bien, transforma esta sombra de su ser en Dios, y sucede que  en Dios hace todas sus operaciones". (2/6/1899)
"Hija mia, no salgas de mi Querer, pues de saliendo de El, pierdes el conocimiento que tienes de Mí, y al no conocerme, pierdes el conocimiento de ti misma, porque a los reflejos de la luz, se distingue con claridad si es oro o es fango, pero si todo es oscuridad, fácilmente se pueden cambiar los objetos. Ahora bien, mi Querer es luz, que al darte el conocimiento de Mí, a los reflejos de esta luz llegas a conocer quién eres tú, y viendo tu debilidad, tu pura nada, te aferras a mis brazos y, unida a mi Querer, vives conmigo en el cielo. Pero si prefieres salir de mi Querer, en primer lugar llegarás a perder la verdadera humildad, y luego vendrás a vivir en la tierra y te verás forzada a sentir el peso terrenal, a gemir y suspirar, como todos los desdichados que viven fuera de mi Voluntad". (11/11/1900)

Claramente, el Señor le va manifestando desde muy pronto a Luisa, su deseo de que viva en su Voluntad, lo que desarrollará más tarde de manera extensa y en profundidad.

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